LA DIVISIÓN MUNICIPAL DEL VALLE DE TORANZO. SUS ORÍGENES Y ALGUNAS VICISITUDES

    La actual conformación municipal del valle de Toranzo —y de toda España— tiene sus orígenes en los lejanos tiempos de la llegada al trono de la reina Isabel II y el advenimiento del régimen liberal impulsado en un principio por los Gobiernos de su madre, la reina regente María Cristina de Borbón, hecho histórico importantísimo sucedido allá por los principios de la década de 1830.
    Aunque durante el breve periodo del Trienio Liberal (1820-1823) —uno de los primeros intentos de modernizar el país, truncado por la fuerza de la España más cerril, ayudada por la entrada en nuestro territorio de un gran ejército mandado por las monarquías absolutas europeas— ya hubo un intento similar de organización territorial, no fue hasta la muerte de Fernando VII y la subida al trono de su hija Isabel bajo la regencia de su madre, cuando uno de sus principales ministros, Javier de Burgos, que era secretario de Estado y del Fomento General del Reino, organizara el estado en 15 regiones que agrupaban 49 provincias organizadas en partidos judiciales y estos a su vez en municipios, inspirándose en el modelo francés de regiones, departamentos, etc. Una de estas provincias creadas fue la llamada de Santander, que agruparía parte de las seculares jurisdicciones cántabras, tomando como capital a la ciudad de su mismo nombre, quedando fuera injustamente algunos territorios que pasaron a formar parte unos de la provincia de Oviedo y otros de la de Burgos.
    El antiguo valle de Toranzo, con la entrada en vigor del Real Decreto del 23 de julio de 1835, en 1836 se dividió en los cuatro municipios constitucionales que hoy conocemos, integrado en el partido judicial de Villacarriedo. Así, sus concejos quedarían repartidos de esta manera: Aes, Las Presillas, Vargas, Hijas y Viesgo, es decir, los pueblos de la parte baja del valle, formarían un municipio con Puente Viesgo como capital. Carandía, que hay que recordar que en parte llegó en el pasado a pertenecer a Toranzo, quedó agregado total y definitivamente al de Piélagos.
 
En la parte izquierda de esta fotografía de principios del siglo XX, el edificio que albergaría las antiguas oficinas municipales de Puente Viesgo. Archivo Pedro de la Vega Hormaechea.
 
   
En la parte media del Valle se crearon dos municipios, tomando el río Pas como divisoria: a la derecha en sentido descendiente, el de Santiurde de Toranzo, con los pueblos de Bárcena; Bejorís —o Vejorís—; San Martín; Acereda; Santiurde, antiguo concejo en el que se reunían desde tiempo inmemorial los regidores y demás autoridades torancesas para tratar las cosas del común, donde estaba —y sigue estando— la casa del Ayuntamiento; Villasevil; Iruz; y el formado por los barrios de Cueva, Pando y Penilla. Al otro lado del Pas se formó el de Corvera de Toranzo, con los pueblos de Alceda, Ontaneda, San Vicente (la capital municipal), Esponzués, Castillo Pedroso, Quintana, Villegar, Borleña (con Salcedillo), Prases y Corvera. Por último, en la parte alta del valle se creó el municipio de Luena, con los antiguos concejos de Entrambasmestas, San Miguel y San Andrés de Luena y Resconorio. 
 
Sellos de los Ayuntamientos constitucionales de los municipios  de Corvera de Toranzo y Santiurde de Toranzo en 1936.
 
   
Esta fragmentación del valle en cuatro administraciones independientes no estuvo exenta de problemas, tanto al comienzo de su andadura, como en las décadas posteriores, generando conflictos de diversa índole entre ellas, que acabarían en algunos casos en las altas instancias judiciales.
    A lo largo de los casi dos siglos de vida municipal torancesa conocemos, al menos, dos intentos de modificar esta división administrativa emprendida en 1836. Una de ellas llegó a materializarse, como veremos, y la otra fue tan solo una idea respaldada por la opinión pública. Y es que, la arbitrariedad con la que se segmentó el viejo valle no contentó a casi nadie. El municipalismo moderno se abría paso en una sociedad básicamente tradicional que tenía detrás muchos siglos de historia territorial articulada de otra manera.
    Treinta y seis años después de entrar en vigor la nueva organización territorial del valle tuvo lugar el primero y más serio de los conatos para desbaratar el orden establecido. Lo que pasó fue que, como nos cuenta el historiador Rafael Palacio Ramos, «durante poco más de tres meses (entre mayo y julio de 1872) se creó el Ayuntamiento de Soto de Toranzo, producido como consecuencia de la segregación de tres concejos de Santiurde (Iruz, Villasevil y Pando-Penilla). Estos lugares, más el de Escobedo en el ayuntamiento de Villafufre, habían solicitado su separación a finales de 1871 “para constituir municipio independiente”, y el Ministerio de la Gobernación, tras escuchar el dictamen favorable del Consejo de Estado, había dado su conformidad a la misma pero solo para los tres primeros. Tal conformidad adquirió rango de ley mediante Real Orden de 30 de enero de 1872».
    Haciendo un inciso en este pasaje histórico, hay que decir que aún hoy en día se percibe un cierto «alejamiento emocional» entre los vecinos de los pueblos de la parte alta y baja del «alargado» municipio de Santiurde, y que, seguramente, si preguntásemos a los residentes en Iruz, Villasevil y Cueva-Pando-Penilla sobre su posible independencia del resto de los que conforman el ayuntamiento nos llevaríamos una sorpresa.
 
Casa Consistorial de Santiurde de Toranzo antes de su ampliación a mediados de la década de 1940. Archivo R. Villegas.
 
    «El nuevo Ayuntamiento (con 807 habitantes) —nos sigue narrando el doctor Palacio Ramos— se constituyó (de manera peculiar, dado lo insólito de su origen) el 10 de mayo de 1872, en la Casa Consistorial de Iruz, elegida cabeza del distrito. Su alcalde fue Miguel Fernández de Ceballos (quien había sido alcalde de Santiurde hasta la segregación), acompañándole siete concejales más. Como la composición de la Corporación se había producido de manera anormal el Ayuntamiento no tenía la consideración legal de “constitucional”, sino de “popular”.
    La actividad realizada a lo largo de su escasa vida fue frenética: hubo que repartir con Santiurde los amillaramientos, terrenos, pastos y bienes comunales, créditos, matrícula industrial y contribución territorial, realizar nuevos padrones electorales (se iban a celebrar elecciones a Cortes en breve plazo), aprobar el presupuesto para 1873 (que ascendió a 4.331,72 pts.), etc.
    Sin embargo, la aventura terminó bruscamente, pues Santiurde recurrió la decisión y una nueva Real Orden de Amadeo I, emitida el 16 de julio, derogó la anterior y por lo tanto obligó a Iruz, Villasevil y Pando Penilla a integrarse en Santiurde. La última sesión de esta fugaz Corporación tuvo lugar el 27 de agosto de 1872, y si bien en ella el Soto anunciaba su desacuerdo y su intención de recurrir, hubo de acatar lo ordenado»[1] .
    Consultando el Boletín Oficial de la Provincia de Santander de este periodo, vemos que el tal municipio de Soto de Toranzo tuvo, ciertamente, una actividad similar al resto de sus hermanos toranceses, pues en varias ocasiones salió a colación por diversos asuntos, lo que nos da pie a pensar que disponía de una mínima infraestructura para llevar a cabo la administración de sus vecinos: casa ayuntamiento y algún tipo de funcionariado.
    De la parte sur del valle, bien entrado ya el siglo XX, tenemos también noticias de un cierto descontento popular por la organización administrativa, aunque en esta ocasión no derivaría en ningún cisma, como ocurriría en el caso anterior. La cuestión fue que en las gentes de algunos pueblos revivió una vieja aspiración secesionista coincidiendo con los negativos derroteros que iban tomando ciertos asuntos municipales. Estamos en 1927. Esta polémica la conocemos gracias al activo corresponsal del diario santanderino El Pueblo Cántabro en Alceda-Ontaneda, lugares donde esta idea había «calado» con más fuerza.
    Decía este hombre, cuyo nombre desconocemos (firmaba con las iniciales A. G. R.), que «como consecuencia de gastar los fondos municipales en la construcción del cuartel para la Guardia Civil, del propósito de construir éste alejado del centro de vida más importante del valle, es decir, de los balnearios de Ontaneda y Alceda, y de la negativa de los Ayuntamientos de Corvera y Santiurde a contribuir a la reconstrucción del puente de Bejorís [2]  con la exigua cantidad de veinte mil pesetas en plazo de diez años (dos mil pesetas anuales entre los dos Ayuntamientos), ayuda que para pagar las obras solicitó de ellos la excelentísima Diputación provincial, ha resucitado el antiguo deseo de reformar los términos municipales actuales y constituir un Ayuntamiento con los pueblos de Ontaneda, Alceda, Bejorís, Bárcena y Entrambasmestas».
 
Casa Ayuntamiento de Corvera de Toranzo, situada en el pueblo de San Vicente. Imagen de mediados del siglo XX. Archivo R. Villegas.
 
   
Por lo que se ve, la cuestión no era nueva ni baladí. «Cuando fue hecha la actual división por términos municipales de la provincia —hace un poco de historia ahora el corresponsal—, cuando, por falta de puentes, era el río Pas barrera infranqueable que incomunicaba largas temporadas a los vecinos de una margen con los de la otra; cuando no existía más camino que mereciera en justicia el título de transitable que el “Camino Real”, carretera general del Estado de Burgos a Peñacastillo (Santander), y cuando aquellas cinco aldeas no sumaban el vecindario suficiente para formar un municipio, era la división actual perfectamente lógica y conveniente a todos los pueblos del valle de Toranzo».
    Ahora expone las motivaciones y conveniencias: «Mas hoy que la comunicación entre los ribereños de ambas márgenes del Pas se haya asegurada en todo momento por los puentes del Soto, del Ferrocarril en San Vicente, el de Bejorís (creemos que la Diputación lo reconstruirá pronto, aun sin la ayuda de Corvera y Santiurde, varias pontanejas de Bárcena y puente del Rojo; que Ontaneda, Alceda, Bejorís, Bárcena y Entrambasmestas suman un vecindario mayor que el de muchos municipios; todas las razones geográficas, de comodidad y conveniencia de los vecinos de la parte alta del valle, que son los más, y hasta de los de la parte baja, aunque sean menos, aconsejan la formación de un Ayuntamiento con los cinco pueblos que repetidamente hemos citado de Ontaneda, Alceda, Bejorís, Bárcena y Entrambasmestas, que por su extensión, vecindario y riqueza darían lugar a un término municipal más importante, en todos los aspectos, que otros de la provincia» [3].
    En otra crónica expone con más profusión de datos el corresponsal del Pueblo Cántabro los beneficios que en clave de comodidad reportaría para los vecinos esta nueva reagrupación municipal, dada la corta distancia que entre ellos había [4].
Por supuesto que todo esto se quedó en nada, pues nada se movió. El quinto municipio torancés no pasó de ser un deseo quimérico de una buena parte de la opinión pública.
 
 
[1] PALACIO RAMOS, Rafael, y GUERRERO ELECALDE, Rafael: El valle de Toranzo. Un recorrido por su historia, Cantabria Tradicional, Torrelavega 2009, págs. 22-23.
[2] Este puente, también conocido por «Puente Ruano», había sufrido grandes desperfectos, quedando por ello fuera de servicio, como consecuencia una gran riada tenida lugar los días 5 y 6 de diciembre de 1926.
[3] El Pueblo Cántabro, 10 de abril de 1927.
[4] El Pueblo Cántabro, 29 de abril de 1927.


Ramón Villegas López
Editor

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